martes, 3 de mayo de 2011

Ingeniería del software libre

El término ingeniería del software empezó a usarse a finales de la década de los sesenta, para expresar el área de conocimiento que se estaba desarrollando en torno a las problemáticas que ofrecía el software en ese momento.

En esa época, el crecimiento espectacular de la demanda de sistemas de computación cada vez más y más complejos, asociado a la inmadurez del propio sector informático (totalmente ligado al electrónico) y a la falta de métodos y recursos, provocó lo que se llamó la crisis del software (en palabras de Edsger Dijkstra) entre los años 1965 y 1985.

Durante esa época muchos proyectos importantes superaban con creces los presupuestos y fechas estimados, algunos de ellos eran tan críticos (sistemas de control de aeropuertos, equipos para medicina, etc.) que sus implicaciones iban más allá de las pérdidas millonarias que causaban.
La crisis del software pasó, no tanto por la mejora en la gestión de los proyectos, sino en parte porque no es razonable estar en crisis más de veinte años, y en parte porque se estaban haciendo progresos en los procesos de diseño y metodologías.

Así pues, desde 1985 hasta el presente, han ido apareciendo herramientas, metodologías y tecnologías que se presentaban como la solución definitiva al problema de la planificación, previsión de costes y aseguramiento de la calidad en el desarrollo de software.

Entre las herramientas, la programación estructurada, la programación orientada a objetos, a los aspectos, las herramientas CASE, el lenguaje de programación ADA, la documentación, los estándares, CORBA, los servicios web y el lenguaje UML (entre otros) fueron todos anunciados en su momento como la solución a los problemas de la ingeniería del software, la llamada “bala de plata” (por silver bullet). Y lo que es más, cada año surgen nuevas ideas e iniciativas encaminadas a ello.

Por supuesto, también ha habido quien ha culpado a los programadores por su indisciplina o anarquía en sus desarrollos. La ignorancia y algunos casos excéntricos contribuyeron a crear una imagen falsa del programador, que hoy en día aún perdura. Aunque muchas veces él es el “sufridor” de alguna de estas metodologías o de una pobre implementación de las mismas, parece lógico que, como participante activo en el proyecto, las metodologías más modernas empiecen a tenerle más en cuenta.

En combinación con las herramientas, también se han hecho esfuerzos por incorporar los métodos formales al desarrollo de software, argumentando que si se probaba formalmente que los desarrollos hacían lo que se les requería, la industria del software sería tan predecible como lo son otras ramas de la ingeniería.

Entre las metodologías y procesos, además de Métrica v3 (promovida por la Secretaría del Consejo Superior de Informática) y eXtreme Programming, que veremos en detalle más adelante, destacan muchos otros como RUP (rational unified process desarrollado por Rational Software Corp. ahora una división de IBM), SSADM (structured systems analysis and design methodology promovido por el Gobierno británico) o el método de evaluación de la capacidad de desarrollo de los equipos o empresas conocido como CMMI (capability maturity model integration). Paralelamente, suelen usarse también métodos de predicción de costes como COCOMO o los puntos de función.

Las últimas iniciativas en este campo son múltiples y se extienden a lo largo de todo el proceso relacionado con el software. Los más académicos se inclinan por una estructura de componentes, servicios, con orientación a objetos o a aspectos en la implementación; aunque también es igual de significativo el desarrollo de las herramientas que nos ayuden a representar y compartir estos diseños, así como a valorar el esfuerzo y el valor que añaden al producto final. Es realmente un campo fascinante, donde tanto en los seminarios o en las grandes consultoras, como en los pequeños laboratorios se innova cada día y se presentan buenas ideas.

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